Dulces chilenos de Curacaví

Curacaví es una comuna inmersa entre los cerros cordilleranos y los de la costa, perteneciente a la Provincia de Melipilla. Desde la época de la colonia comenzó a forjarse como una ruta accesible y segura hacia el litoral, cuando el trayecto, en ese entonces, podía duran fácilmente dos días. El paso de mulas y carretas hizo de Melipilla y por supuesto de Curacaví, un punto de descanso para viajeros y comerciantes, quienes aprovechaban de comer algo al paso o pasar la noche. Rápidamente, los dulces que se hacían para deleitar las tardes familiares, pasaron a ser pieza fundamental de la economía local.

«La historia cuenta que los visionarios pioneros iniciaron la elaboración de dulces. En todas las fechas de fiestas, era muy común ver en las casas de campo, elaborar dulces artesanales, donde sus masas eran cocidas en hornos de barro y después rellenos con manjar, melcocha, dulce de alcayota o dulce de pera, tapados con una capa crujiente de betún blanco. Estos eran enviados al festejado conjuntamente con la tradicional torta de chuño con betún y mostacillas. Las décadas del 50 y 60 fue el período de mayor apogeo de este producto, en tiempos que Curacaví era parada obligada para quienes viajaban entre Santiago y Valparaíso».

Los Dulces de Curacaví son un producto típico chileno que consiste en masas horneadas, rellenas principalmente con manjar o dulce de leche. Según su preparación pueden ser clasificados en trece tipos de dulces: chilenitos, alfajores, príncipes, empolvados, cocadas, merengue, empanaditas de peras y alcayotas, mil hojas, bizcochos o tortas, tacitas, hojas y palitas.

De acuerdo a los registros de la Ilustre Municipalidad de Curacaví, en el año 1910 don Justo Poblete, obtiene el primer permiso para la elaboración de estos dulces, lo que demuestra la historia de larga data de los productos.

El 28 de abril del 2017, el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), reconoció a los Dulces de Curacaví con la Indicación Geográfica (IG), signo utilizado para productos que tienen un origen geográfico concreto y poseen cualidades o una reputación derivada específicamente del lugar que provienen. El Sello de Origen, entre otros beneficios, le entregan la distinción para un marketing exitoso de los productos, pues facilitan la identificación de un producto y agregan valor al mismo. Además, garantiza la calidad del producto y su posible comercialización en el mercado internacional.

Fuentes: RedBakery / Municipalidad de Curacaví / Dulceschilenos.cl